Cobra Kai es la Rosa de Guadalupe gringa

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Cobra Kai, la serie que resucitó el icónico enfrentamiento entre Daniel LaRusso y Johnny Lawrence, pasó de ser un fenómeno viral de la comedia a una parodia barata. Esta serie se sumó a la lista de contenidos especializados en capitalizar la nostalgia de los años 80, explotando los ya conocidísimos temas de redención, rivalidad y amistad que caracterizan a ese tipo de entretenimiento. 

Acabo de ver su última temporada y solo puedo decirles que es un ejemplo perfecto del bizarro movimiento meta-modernista, pues tanto las situaciones como los diálogos y los personajes, emergen de elementos que revelan una verdadera afectación tras la huelga de escritores de Netflix.

La nueva temporada cae tanto en la parodia de sí misma, que bien la podríamos poner a la par de un capítulo de la Rosa de Guadalupe (claro, si la rosa fuera un programa de tres graditos más de calidad). 

Y es que los diálogos, que deberían funcionar como herramientas para el desarrollo de conflictos y la profundización de los personajes, caen constantemente en el cliché del cliché del cliché reciclado, generando escenarios donde los problemas existenciales se resuelven con frases que parecen sacadas de un manual de autoayuda para adolescentes. 

Todo se resuelve con combates de karate (que no me mal entiendan eso está chido), sin embargo, si esa es la respuesta a los conflictos, pues deberían invertir en un buen coreógrafo para al menos tener madrazos entretenidos. 

Y bueno, entre estereotipos extremos, los adultos de este universo parecen estar más dañados que los adolescentes escalando a roles caricaturescos, atrapados en un ciclo de rivalidades absurdas que alimentan sus arcos narrativos de una manera casi cíclica. 

Johnny Lawrence es el único que cae bien porque de menos nunca se sale de personaje y le da continuidad a su icónica aparición en How I Met Your Mother, donde asegura ser el verdadero Karate Kid. 

En resumen, a medida que la serie avanza, Cobra Kai se convierte en un espejo deformante de una parodia de novela barata, donde la fama se asocia no necesariamente con el mérito, sino con la intensidad del drama personal. 

Y ahora si me disculpas, tengo que ir a ver algo más. 

BULLET

El metamodernismo es una corriente que oscila entre lo moderno y lo posmoderno, sugiere un contexto donde la ironía y el sentido de lo auténtico coexisten y, en ocasiones, chocan entre sí.

Momentos que deberían ser dramáticos no son más que una serie de eventos bizarros que desafían la lógica. 


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